martes, 28 de mayo de 2013

El Horno de microondas

El horno de microondas se produjo como resultado de otra tecnología. Esto sucedió durante el curso alrededor de 1946 en el que el doctor Percy Spencer, notó algo muy peculiar. Estaba probando un nuevo tubo al vacío llamado magnetrón cuando descubrió que una chocolatina que tenía en su bolsillo se había derretido. Intrigado y pensando que quizá la barra de chocolate había sido afectada casualmente por esas ondas, el doctor Spencer hizo un experimento:
Colocó algunas semillas de maíz para hacer palomitas, cerca del tubo y, permaneciendo algo alejado, vio cómo el maíz se movía, se cocía e hinchaba y brincaba esparciéndose por todo el laboratorio.
A la mañana siguiente, el científico decidió colocar el magnetrón cerca de un huevo de gallina. Observó cómo el huevo comenzó a vibrar debido al aumento de presión. El doctor Spencer, por sacó una lógica conclusión científica: lo con la barra de chocolate, las palomitas de maíz y el ahora al huevo, podía atribuirse un aparato, en este caso, el microondas. Así comenzó la experimentación.
El doctor Spencer diseñó una caja metálica con una abertura en la que introdujo energía. Cuando se le colocaba alimento la temperatura del alimento aumentaba rápidamente. El doctor Spencer había inventado lo que iba a revolucionar la forma de cocinar y sentaba las bases de una industria multimillonaria: el horno de microondas.
Los ingenieros se dedicaron a trabajar en el invento del doctor Spencer, mejorándolo y modificándolo para un uso práctico. A finales de 1946, la Raytheon Company solicitó una patente para emplear las microondas en el cocimiento de los alimentos.
En 1947, salió al mercado el primer horno comercial de microondas. Estas primeras unidades eran grandes y aparatosas.
Los comerciantes tenían el problema de cómo podrían mantener calientes los alimentos hasta que se los comprasen, ya que si se descomponían. Pudieron mantener los productos congelados en el lugar donde se servían y luego los podían calentar rápidamente en el horno de microondas. Esto proporcionaba alimentos más frescos, con menos desperdicio y más ahorro.
Cuando la industria alimentaria comenzó a reconocer todo el potencial, las industrias comenzaron a emplear los microondas para secar rebanadas de patata, tostar granos de café y cacahuetes. Se podían descongelar y dar cocimiento final a las carnes. Con el tiempo, se emplearon éstas para secar corcho, cerámica, papel, cuero, tabaco, fibras textiles, lápices, flores, libros húmedos y cabezas de cerillo. También se emplearon las microondas en el proceso de curado de materiales sintéticos como nylon.
En 1978, los hornos de microondas ya adornaban las cocinas de más de nueve millones de hogares.  

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